Leonor Villaluenga Peña. Directora del Centro Integrado de Formación Profesional Específica de la Fundación Laboral de la Construcción de Aragón
Zaragoza, 13 de septiembre de 2018, son las 10 de la mañana, el CPFE FLC inaugura su curso escolar 2018-2019. Un claustro de 13 profesores recibe a unos 50 alumnos que hoy comienzan sus clases. Los que completen sus estudios de Formación Profesional tendrán, tras dos años lectivos, uno de los títulos de Formación Profesional Reglada que se pueden cursar en nuestro centro:
- Formación Profesional Básica en Reforma y Mantenimiento de Edificios
- Grado Medio de Técnico de Construcción
- Grado Medio de Técnico en Excavaciones y Sondeos
- Grado Superior de Técnico en Prevención de Riesgos Profesional.
Estos nuevos estudiantes, algunos de los cuales se convertirán en grandes profesionales, están invadidos por una situación extraña, acostumbrados a centros educativos de 500- 1200 alumnos o más, les resulta inusual este ambiente tan familiar.
Según los datos facilitados por el Observatorio de la Fundación Laboral de la Construcción en su informe
“Formación Profesional en la familia de Edificación y Obra Civil”, el número de alumnos matriculados en FP en la familia de Edificación y Obra Civil, ha disminuido en estos últimos 10 años un 50,72%, mientras que el total de matriculados en FP ha crecido un 71,11%.
Ya sabemos que el sector de la construcción ha vivido en primera persona la conocida “crisis del ladrillo”, de la que aún estamos por salir, y el sufrimiento provocado por el desempleo sobrevenido al que muchos trabajadores de la construcción se vieron avocados, ha traído como consecuencia la desaparición casi total de la vocación profesional por nuestros oficios y, por consiguiente, pocos interesados en formarse y trabajar en este sector.
A pesar de todo, este 13 de septiembre hay datos muy positivos en este centro educativo: la media de edad de los alumnos es de 21 años, frente a 31 que fue la media de edad en el año 2013 (en su mayoría trabajadores y ex trabajadores del sector). Ahora 12 de los alumnos son menores de edad y a algunos no les ha resultado fácil estudiar lo que ellos querían, teniendo que defender su opción frente a unos padres recelosos que no lo veían del todo claro.
Así pues, aquí están los pilares de la construcción del futuro, y es nuestra obligación reforzarlos. Ya hemos perdido una generación de trabajadores y, como consecuencia, nos encontramos con un sector envejecido, por ello, ahora más que nunca hay que apoyar y aprovechar esta corriente para demostrar a la sociedad, a los jóvenes y sus familias, que este es un sector digno y que si estudias y te prepararas, puedes ejercer oficios vinculados a la construcción desde el orgullo de ser un buen profesional.
Sin embargo, la realidad nos muestra que muchos trabajadores de la construcción continúan sin la posibilidad de llevar a cabo una carrera profesional plena y nos cuesta enterrar los tristes e infundados estigmas clasistas de desconsideración profesional y social que nuestros trabajadores de pie de obra arrastran.
Los centros educativos tanto públicos, privados, como concertados, necesitamos el apoyo incondicional de las empresas del sector y de la administración (educativa y laboral) para romper los ya conocidos tópicos que giran en torno a la construcción y defender a los trabajadores de base que necesitan que el sistema educativo y formativo profesional les ofrezca los recursos cuantitativos y cualitativos acordes al volumen de operarios que actualmente se requieren.
El reto de todos es lograr atraer a los jóvenes a un sector que crece, innova y ofrece trabajo; que necesita a profesionales capaces de responder a los tiempos en que vivimos; que deben ser innovadores, tener competencias colaborativas, organizativas y de gestión; y ser capaces de afrontar el cambio y evolucionar como los profesionales de cualquier otro sector. Y esto no lo podemos conseguir sin una buena formación ya que, si los jóvenes abandonan este sector, el panorama que se nos presenta es realmente preocupante.
Para conseguirlo es importante olvidar nuestras luchas particulares e ir todos en la misma dirección. Aquí se citan algunas ideas para valorar y seguir trabajando.
Impulsar desde el sector a las administraciones para revisar la oferta de formación profesional y formación para el empleo que existe en nuestro país, tanto por el número de Certificados de Profesionalidad y Ciclos Formativos implantados y en ejecución, como por el número de centros (públicos, privados/concertados) y el número de alumnos. Sin duda, este nos parece insuficiente para configurar un sector profesional económica y antropológicamente necesario.
Recomendamos analizar el aporte que la construcción hace al PIB del país frente a los recursos que se revierten en educación y formación en el sector, así como su comparativa con otros sectores.
- Fomentar que las empresas se impliquen y colaboren activamente (en otros sectores estamos viendo la formación de Clúster) con la administración educativa y con los centros de formación a través, no solo de la incorporación de jóvenes mediante prácticas no laborales o contratos de Formación y aprendizaje enmarcados en la FP Dual, sino buscando nuevas fórmulas como pueden ser la becas de formación. En definitiva, necesitamos tener una formación útil, que no esté centrada en que los futuros trabajadores tengan “títulos”, sino en que el sistema de cualificación alrededor de nuestros oficios de respuesta a las necesidades reales.
Reforzar, por parte de los departamentos de Recursos Humanos de las empresas, la cualificación en los procesos de selección, dando importancia a la formación profesional, de manera que las familias vean la necesidad de la misma para que sus hijos logren alcanzar un trabajo que les permita un mayor desarrollo profesional.
La gran mayoría de empresas a través de sus web dan la oportunidad a los jóvenes de trabajar con ellos, “¿Quieres trabajar con nosotros?”, pero no informan sobre las cualificaciones y competencias personales y profesionales que la empresas valoran, por ello, es imprescindible trasladar también aquí el mensaje “si quieres trabajar conmigo necesito que seas un profesional”.
- Modificar los pliegos de condiciones para que, cuando una empresa constructora concursa en cualquier tipo de obra (publica/privada), se valore el nivel de formación de sus trabajadores.
- Poner en valor los elementos que están presentes en muchas de las empresas que han perdurado durante estos años o incluso las que han surgido durante este periodo de crisis.
- Y, por último, los centros de formación debemos evolucionar al mismo ritmo que lo hace nuestra sociedad y nuestro sector. La industrialización, los nuevos materiales y sistemas constructivos exigen un equipamiento y un profesorado competente (tanto técnica como pedagógicamente) y comprometido. Por todo ello, resulta esencial que nuestro sistema educativo adopte medidas que garanticen todo lo anterior si se quiere ofrecer una cualificación de calidad.
Como centro educativo, nuestra principal meta radica en beneficiar tanto al sector, como a los estudiantes a largo plazo, por ello, las inversiones en materiales o maquinaria están a la orden del día, así como la formación continua de nuestro equipo docente y la participación, cada vez mayor, de las empresas de nuestro sector, tanto para compartir proyectos conjuntos, como para seleccionar y contratar a nuevos profesionales en su plantilla.
Por nuestra parte, animamos a todos los agentes implicados en este proceso tan apasionante como complejo, a mirar al futuro, a no dejarnos absorber por el presente (como ya nos pasó) y colaborar para formar a las nuevas generaciones de trabajadores del sector. Ahora es el momento de reforzar los Pilares de la Construcción del Futuro, los pilares que nos han de sostener a todos.